La mendicidad es uno de los problemas más visibles de las ciudades colmena. Desde mafias que aprovechan a los toxicómanos para traficar con estupefacientes o prostitución, hasta falsos mendigos que estacionan barricadas en la puerta de los bancos o edificios exclusivos.




Observamos cómo zonas cosmopolita se ven invadidas por bandidos disfrazados de mendigos o quienes perdieron la razón en el humo del cartucho quemado del bienestar social.

La insalubridad que ocasiona el mendigo no es tanto por el rastro que deja cuando se estaciona en una zona, si no más bien el escándalo que supone que se haya institucionalizado que las personas vulnerables deambulen a la intemperie o más bien que su hogar sea toda esta aldea global que reemplaza COSMÓPOLIS por CIUDADES COLMENA.
Lamentablemente, los enfermos mentales anulan tanto su identidad que no son capaces de decidir el lugar donde estar, que se fusionen en el entorno urbano que quieran usarlo como su hogar, pero eso no es ni sano para sí, ni para el resto de ciudadanos. Por ello es que toda la sociedad, en especial las autoridades y administraciones públicas tienen el deber de socorrerlos y dejarlos en un ambiente seguro para todos.




