Las calles de Barcelona se han convertido en un BAÑO PÚBLICO PARA LAS MASCOTAS. Quienes tienen una, especialmente perros, han adoptado el hábito de sacarlos a la calle para que hagan sus necesidades fisiológicas, pese a toda la insalubridad que ello conlleva.
Tener una mascota debería llevar intrínsecamente un manual de educación. El animal debe ser orientado a hacer sus necesidades en lugares destinados a ello o, como mucho, llevar su kit de limpieza que contenga: bolsa para la recogida y un recipiente con agua.

Si a tal punto se ha llegado en la humanización de una mascota, que en ocasiones reemplaza al ser humano como compañía, también se debería educar en que el animal pueda hacer sus necesidades en su casa y SACARLO A PASEAR una vez haya depuesto en la comodidad de su hogar y no hacer que otros tengan que sufrir por pisar el rastro que dejan por doquier.
Es importante llenar las calles de carteles educativos y disuasorios antes de hacer campañas puntuales estériles o normativas que sancionan sin educación. Es imperante que al primer animal que amemos sea al ser humano y evitemos llegar a tener que lamentar un brote de enfermedades mortales, producto de alguna mutación viral como ya hemos sufrido.

Por supuesto que la tolerancia debe imperar y nadie debe valerse de molestias subjetivas para atacar a otro solo por el hecho de que la mascota le estorbe. El motivo de la queja por las mascotas es por la suciedad y, escándalos por ladridos, como habitualmente sucede. La convivencia entre todos es primordial. Respetemos el libre tránsito de todos.

Una sociedad sana se consigue cuando reina la armonía y la tolerancia entre todos, con o sin mascotas. Oportunidades para idear nuevas fuentes de trabajo como las de CUIDADORES DE MASCOTAS, especialmente, paseadores de perros, deberán estar capacitados en las normas básicas de convivencia.
La siguiente es una imagen en VILA DE GRACIA, donde podemos observar el daño que sufre el metal y, aunque no podemos estar seguros de que este daño fuera a causa del orín de perros o humanos, sí podemos estar seguros de que el orín es corrosivo y que tarde o temprano las superficies que se ven regadas a diario por deposiciones caninas, se corroerán.
