Mucho se habla de las características del TERCER MUNDO, principalmente llamado así por la falta de SALUBRIDAD que se manifiesta en un aspecto sucio tanto de las infraestructuras como de sus habitantes.
La suciedad se debe principalmente a la falta de aseo urbano, pero, también, a la practica de actividades tóxicas como alcohol, cigarrillo y estupefacientes; además, comercio informal y protestas anárquicas que conllevan al desorden público. A partir de eso, la civilización se degenera.






La suciedad de una sociedad es el reflejo del estado vital de sus ciudadanos nacionales y extranjeros y la falta de control demuestra que el Estado no puede aplicar las normas básicas del bienestar. Los problemas derivados de la crisis de los refugiados a lo largo de la historia se acrecientan con los problemas internos de cada nación y en una era donde la bandera es la tolerancia, lo que debe regularse se permite y entonces, la eclosión de desórdenes es inminente.
Pero ¿qué está ocasionando tanta INSALUBRIDAD? ¿Estamos en DEPRESIÓN COLECTIVA? Entrando en la IV Revolución Industrial, ¿estamos en guerra o en posguerra?
Barcelona, una ciudad que en la Revolución Industrial fue acogida de todo aquel que quisiera prosperar. Fue un hogar para quienes huían del hambre de otras regiones y fue la cuna de la cosmópolis de Europa, sigue estando en el mismo sitio, sigue albergando a refugiados de todo el mundo, pero esta vez, el timón vira hacia una izquierda soviética, hacia el poder del proletariado o la venganza del perdedor. El poder de las instituciones está en manos de los que quieren a Barcelona desordenada.

La RUTA DE LA HIERBA se hace a domicilio y toda la ciudad se deconstruye para que este comercio tenga una entrega satisfactoria. Los puertos de esas rutas son los comercios de comida rápida y las mafias de trata de persona, células idóneas para cualquier negocio insalubre. Las tiendas que venden productos de impulso tienen a los adolescentes como principales clientes y proveedores de algo más que bebidas energéticas. Las motos a alta velocidad con conductores agresivos son el resultado de este estimulo insalubre y vicioso.

El transporte de objetos punzantes pone en desequilibrio a quienes practican esta Neo esclavitud con los que transitan a la intemperie. Muchos son de origen africano y, aparte de no tener ganas de integrarse en sociedad, tienen un aspecto vigoroso y apto para el trabajo físico, pero ¿qué trabajo aparte de recoger chatarra hacen? El test que estamos haciendo indica que algunos grupos se dedican a captar clientes para prostitución y venta de estupefacientes, otros, son simple esclavos del sistema, algo que va en contra de los derechos humanos universales.

El sembradío descuidado con una comunicación pobre y poco persuasiva y menos educativa y, por supuesto, nada ornamental. La eco histeria que escoge plantas que sobre viven a la deshidratación es falsa. Las flores cuyo fin es la politización desaparecieron y con ellas los insectos como las abejas, principales agricultores y controladores de otras plagas.

Es imperante alertar que los controles que se están haciendo para justificar el éxito de las medidas de bajas emisiones de carbono, están controladas. La tecnología que arroja estos datos no cuenta con fuentes reales de recolección y los parámetros debería recoger el hedor a marihuana que también forma parte de la toxicidad de la ciudad, aunque eso lo recogen las aguas residuales, no se está midiendo en el aire.















Otra gran constante es la ineficiencia gestión de la basura. Empresas que se subcontratan para limpieza de aceras no ejercen su función. Exagerado es el número de desperdicios en el suelo por falta de contenedores aptos o distribución de los mismos por toda la ciudad. Aparte de la tradición de foráneos o incivismo del turista que debería pasar un test de comportamiento en las calles.
Por supuesto, el problema de las ciudades es responsabilidad de sus ciudadanos. Los centros de poder deberían estar repletos de quejas, pero la autoridad resta importancia a las quejas, las calles deberían estar invadidas por las protestas ciudadanas y los centros jurídicos de denuncias contra el poder estatal, pero, en lugar de ello, utilizan las redes sociales digitales como vía de escape o de refugio, mientras todo se cae y la alarma social está desconectada o, peor aún, silenciada.
