Una de las decisiones que toman las marcas, personales o corporativas, en tiempos de crisis es guardar silencio, de hecho, el silencio es una de las mejores maneras de evitar conflictos… menos en Internet, donde el silencio se interpreta como signo de antipatía y, entonces, el silencio genera conflictos.
La elección de mantenerse al margen hasta que pase la crisis y evitar caer en demagogia, al utilizar el conflicto para comercializar, forma parte de la estrategia de política empresarial, una estrategia que se basa en la ética, porque de la misma forma con la que la empresa comunique, será juzgada por su consumidor.
Así pues, en el terreno interno sucede lo mismo, como afirma Silvia Forés, especialista en RR HH, en su artículo: «MARCA Y CORONAVIRUS«, el comportamiento de las marcas marcará las decisiones futuras de sus consumidores y empleados.
Si nos centramos en el plano laboral, estamos en un momento de máximo riesgo, en el sentido de que todas las promesas implícitas que una marca haya generado en sus empleados pasan estos días por un análisis de escáner de máxima precisión. Tanto se ha hablado de la dificultad de atraer talento, que un buen número de empresas se ha dedicado, especialmente en los últimos años, a reformular o reforzar hasta límites insospechados su marca empleadora en el mercado, con un escaparate de ventajas para convencer al futuro empleado de que trabajar para ellas era la mejor decisión.
Por ello, la imagen que las empresas estén dando en este momento ligando conceptos de: RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA puede sonar a oportunismo si nunca antes habían trabajado ese driver, pero, nunca es tarde para comenzar a reformular sistemas de comunicación, de hecho, las crisis son una oportunidad para abrir paso a la comunicación transparente, como afirma Forés: «Si no se puede mantener una promesa ante los empleados, hay que argumentarlo y, para ello, no hay remedio más adecuado que una comunicación constante, clara, abierta y, mejor aún, bidireccional«.
Así pues como consumidores o como empleados es momento de afinar los sentidos y ejercer esa tendencia que nos pronostican las empresas de análisis del consumidor que afirman que después de las crisis renace un consumidor más inteligente.
Por consiguiente, no estaría mal preguntarse: cómo es posible que algunas marcas, apenas se decretara el estado de confinamiento, tenían preparados aplausos y una publicidad emocional basada en la compra a distancia…